Altaír de
Fronsac (1255 – 1314)
Natural de Fronsac (Francia) al norte de los
pirineos, Altaír reúne todos los valores que requieren ser un integrante de la
orden del Temple. La buena relación de su familia con el Papa Bonifacio le
hacen un hueco a temprana edad dentro de los Templarios.
Altaír podía presumir de conocer a sus más de dos
mil hombres en su época de senescal, y de ser el más querido y apreciado de
todos los superiores de la orden, hecho que le llevó a ser propuesto como Gran
Maestre en el año 1285. Este rechazó el cargo, ya que no quería que la política
ni la relación con reyes y pontífices cegara su propia opinión de los
musulmanes y sus creencias. En más de una ocasión se reunió con Saladino y
firmó varias treguas en donde aprendió costumbres que más tarde enseñaría a sus
soldados.
Cuando la bula Papal de Clemente ordenó la detención
de los Templarios, él se encargó de esconder y proteger a los hermanos
rebeldes, así como de organizarlos y colocarlos en la sociedad bajo nombres y
apellidos falsos.
Su relación con Armand comienza cuando este es
desterrado de la orden en Acre, a partir de ahí entablaran una amistad, que les
llevará por caminos peligrosos.